Emmanuel Levinas. El rostro
9 septiembre 2025

El momento en que te conviertes en persona: Por qué una consulta ginecológica no puede ser sólo técnica
Hay un momento en cada consulta que lo cambia todo. No es cuando reviso tu historial, ni cuando interpreto las pruebas, ni siquiera cuando llego al diagnóstico. Es un momento más sutil, casi imperceptible, pero absolutamente decisivo: el momento en que nuestras miradas se encuentran.
En ese instante, dejas de ser un expediente médico para convertirte en una persona. Y yo dejo de ser simplemente una profesional para convertirme en alguien que tiene una responsabilidad contigo que va mucho más allá de lo que dicta cualquier protocolo.
La mirada que lo cambia todo
El filósofo Emmanuel Levinas escribió algo que ha cambiado para siempre mi forma de entender la medicina: "El acceso al rostro es de entrada ético". Lo que significa es que cuando realmente veo a otra persona —no solo la miro, sino que la veo— automáticamente surge en mí una responsabilidad hacia ella.
En nuestras consultas, esto se traduce en algo muy concreto: el momento en que veo tu preocupación, tu vulnerabilidad, tu necesidad de ser escuchada y comprendida. En ese momento, mi responsabilidad hacia ti se vuelve infinita. No porque sea una obligación profesional (que también lo es), sino porque es profundamente humana.
Más allá del protocolo médico
Por supuesto que seguiré todos los protocolos. Por supuesto que aplicaré la mejor evidencia científica disponible. Pero si me quedo solo ahí, si trato únicamente tu síntoma o tu diagnóstico, estaré fallando en lo más importante: reconocer que detrás de cada consulta hay una persona única, irrepetible, que me está confiando algo más que su cuerpo.
Levinas hablaba del "rostro del Otro" como una ventana al infinito, algo que nunca puede ser completamente comprendido o dominado. Cada mujer que entra en mi consulta trae consigo una historia, unos miedos, unas esperanzas que son únicamente suyas. Mi trabajo no es solo resolver el problema médico, sino acompañarte en esa experiencia que es tuya y de nadie más.
La responsabilidad de estar presente
Esta filosofía me ha enseñado algo fundamental: estar verdaderamente presente. No basta con estar físicamente en la consulta; hay que estar emocionalmente disponible, éticamente comprometida con tu bienestar integral.
Cuando me preguntas "¿es normal lo que me pasa?" no solo estás pidiendo información médica. Estás preguntando si tu experiencia, tu preocupación, tu miedo tienen validez. Y mi respuesta debe abarcar tanto la parte técnica como la humana.
El arte de sostener sin agotarse
Una de las cosas más hermosas que he descubierto estudiando filosofía es que este compromiso profundo con cada paciente no tiene por qué agotarme. Existe una diferencia crucial entre la empatía (que puede desgastarnos) y la compasión (que nos nutre).
La empatía me haría sentir tu dolor como propio. La compasión me permite reconocer tu sufrimiento, acompañarte en él, pero manteniendo la claridad mental necesaria para ayudarte de la mejor manera posible. Es como ser un faro en la tormenta: permanezco firme y luminosa para guiarte, sin dejarme arrastrar por las olas.
¿Por qué esto importa para ti?
¿Qué significa todo esto para tu experiencia como paciente? Significa que cuando vienes a verme, no vienes solo por una segunda opinión técnica. Vienes buscando que alguien vea realmente lo que te está pasando, que comprenda no solo tu síntoma sino también tu experiencia de vivir con ese síntoma.
Significa que mi compromiso contigo no termina cuando sales de la consulta. Tu bienestar se convierte en parte de mi responsabilidad ética, y eso incluye estar disponible cuando me necesites, hacer el seguimiento que mereces, y tratarte siempre como la persona única que eres.
La medicina que elegimos practicar
En un mundo donde la medicina se vuelve cada vez más técnica y despersonalizada, elegir esta forma de ejercer es una decisión consciente. Es elegir ver en cada paciente no un caso clínico, sino un rostro que me interpela, que me pide no solo competencia técnica sino también presencia humana.
Levinas decía que "ser yo es siempre tener una responsabilidad más". En mi consulta, esto se traduce en estar siempre dispuesta a dar un paso más allá de lo estrictamente necesario, porque reconozco en ti a alguien que merece no solo ser curada, sino también ser acompañada, escuchada y cuidada integralmente.
El encuentro verdadero
Al final, cada consulta es un encuentro entre dos personas. Una que necesita ayuda y otra que ha elegido dedicar su vida a proporcionarla. Pero para que este encuentro sea verdaderamente sanador, necesita ir más allá de la técnica médica y alcanzar esa dimensión donde reconocemos mutuamente nuestra humanidad.
En ese espacio es donde ocurre la verdadera medicina: no solo la que cura el cuerpo, sino la que honra a la persona completa que habita en ese cuerpo.
Porque al final, no trato enfermedades. Acompaño personas.
Este enfoque de la medicina está profundamente influenciado por la filosofía ética de Emmanuel Levinas y mi formación en el Center for Compassion and Altruism Research and Education de Stanford. Si te resuena esta forma de entender el cuidado médico, significa que probablemente hemos encontrado la manera adecuada de trabajar juntas.
¿Te interesa profundizar más? Si quieres conocer en detalle el fundamento filosófico y científico detrás de este enfoque médico, he desarrollado un trabajo académico completo sobre la conexión entre la ética de Levinas y el entrenamiento en compasión aplicado a la medicina. Escríbeme y te lo haré llegar.
Bibliografía
Levinas, Emmanuel. Ética e infinito. Madrid: La balsa de la Medusa, 2015.
Levinas, Emmanuel. Totalidad e Infinito. Salamanca: Sígueme, 2016.